Más allá de fobias y filias, de gustos y disgustos, algo bueno que puede
pasar (ya está pasando) con la llegada de gente como Ada Colau al
gobierno de ayuntamientos, comunidades y lo que surja es que nos
enteraremos de muchas cosas que no sabíamos, para bien y para mal.
Costumbres, mecanismos, sistemas de funcionamiento. Hasta ahora eso de
"levantar la alfombra" quedaba sólo en una amenaza que el equipo rojo y
el equipo azul se hacían mutuamente en campaña, pero cuando llegaba
uno de los dos al poder, se quitaba la alfombra pero para colocar una
capa de hormigón financiada por la banca nacional. Si alguien va a
tratar de hacer frente a determinados aspectos muy necesarios que hasta
ahora se han ignorado o fomentado en función de determinados intereses,
son este tipo de políticos. Pecaré de ingenuo pero me cuesta imaginar
alguien que venga del activismo y trague con determinadas cosas, no sólo
por una cuestión de imagen, sino por coherencia personal, por no
contradecir su propio pasado y toda una trayectoria. Ahora bien, el
poder es el poder, se lo traga todo, el pasado y hasta el futuro. Pero
si es así, la única manera (o una de ellas) de comprobarlo de forma
definitiva es dando una oportunidad a gente como ella. O no, que diría
Mariano.