5 de octubre de 2009

Propuesta

El lenguaje es un elemento integrador (o todo lo contrario). Por tanto, propongo utilizar el término emigrantes en lugar de inmigrantes. Recordemos, por si hay algún despistado: uno es inmigrante en el país al que llega, y uno es emigrante del país que abandona. Si hasta ahora hemos preferido usar la primera de esas dos "acepciones", por qué no empezar a usar la segunda. Expresa mejor –que de eso se trata el lenguaje- la esencia del individuo, la raíz de su periplo, que es emigrar y no inmigrar. La palabra emigrante, además, puede parecerle menos “intrusiva" a todos esos que desde el punto de vista occidental y desarrollado –unos con maneras racistas y por tanto ignorantes, otros con formas más humanas pero en el fondo hipócritas por interesadas- ven la situación desde el otro lado de la línea, y piensan que el problema es que alguien llegue a un lugar cuando el drama es el contrario. Y por supuesto, me refiero a todos aquellos que se ven obligados a emigrar, no a los que se van para jugar al fútbol o por el mero -y siempre enriquecedor- placer de vivir en otro país.